Cómo afrontar la pérdida de un ser querido

El proceso de duelo

Es grande el desconocimiento en torno a qué necesita una persona que está pasando por este proceso tan duro como es la muerte de un ser querido. No es fácil ayudar, no es fácil saber qué decir. La sociedad en que vivimos parece que incita a querer distraernos del dolor, a negar el espacio al dolor; el problema surge especialmente cuando ese dolor necesita espacio para manifestarse.

Los consejos que a veces se dan con la mejor intención (“no pienses en ello”, “tienes que ser fuere”, “tienes que entretenerte”, “el tiempo lo cura todo”) pueden contribuir al bloqueo del duelo. La aceptación es imprescindible para la superación, y la única forma de aceptar algo es permitirse pensar en ello, revivirlo las veces que sea necesario hasta integrarlo en nuestra mente. Aunque a corto plazo pueda parecer más doloroso, a largo plazo facilita la asimilación.

La persona que pasa por un duelo necesita estar triste, necesita sentir dolor. Pedirle que se anime, que pase página, que sea fuerte,… quizás no sean los comentarios más apropiados. El duelo no es una enfermedad, es un proceso natural que nos ayuda a seguir viviendo e incluso nos enriquece. Las emociones negativas también forman parte de la vida y, en los casos de duelo juegan un papel clave. Seguramente lo que más necesita una persona que acaba de afrontar una pérdida tan grande es poder verbalizar sin miedos, compartir la experiencia cuantas veces sea necesario, el tiempo que sea necesario. Por eso, las emociones negativas deben ser experimentadas con total libertad, ocultarlas o fingir estar bien alarga la verdadera superación.

El siguiente símil entre una gripe y un duelo quizás ayude a entenderlo: Cuando nos ponemos malos y tenemos fiebre tendemos a querer disminuirla con analgésicos. A veces se nos olvida que la fiebre no es algo que nos genere nuestro organismo para hacernos sentir mal y estropearnos el día, sino que es un mecanismo de autodefensa del organismo cuya función es curarnos. Con el dolor psicológico ocurre exactamente lo mismo: es un mecanismo que tiene nuestro organismo para ayudarnos a superar lo que de otra forma no seríamos capaces de asimilar, también nos ayuda a “curarnos” emocionalmente.

El símil del párrafo anterior también me sirve para explicar mi opinión basada en evidencias, y la que seguro comparten la mayoría de mis colegas, acerca de la medicación (ansiolíticos, antidepresivos,…). No se pueden “anestesiar” las emociones, el duelo hay que vivirlo, el dolor no lo utiliza nuestro organismo para “fastidiarnos”, el dolor es necesario para adaptarse a la nueva realidad, para reorganizar nuestro cerebro y permitirle vivir sin esa persona tan querida.  Con las pastillas estamos interfiriendo en el proceso de asimilación natural que todos tenemos, al producir distanciamiento emocional a corto plazo puede que nos sintamos mejor, su problema reside en que a largo plazo contribuyen a cronificar el dolor. No olvidemos que el duelo no es una enfermedad, es un proceso natural y nuestro cerebro cuenta con estrategias para reorganizarse a sí mismo. Solamente serían recomendables en casos concretos, una vez estudiada la casuística personal de esa persona (antecedentes, circunstancias del fallecimiento, patologías asociadas, etc). Numerosos estudios han demostrado que el deporte o la meditación a medio y largo plazo son mucho más efectivos que la medicación, aunque se tienda a recurrir a ellos con menos frecuencia. En cuanto a la psicoterapia, solamente sería necesaria en casos de duelo patológico.

Reitero la importancia de evitar comentarios del tipo “a él no le gustaría verte sufrir” o “intenta no pensar” que aunque en un primer momento puedan parecer positivos, contribuyen a bloquear el dolor. Aceptar la realidad de la pérdida implica exponerse a recordar lo vivido con detalle, las veces que sea necesario, parándose en cada momento importante.

En ese sentido, Mark Beyebach, precursor en nuestro país de la terapia centrada en soluciones, propone sugerencias de gran utilidad que pueden ayudar al doliente a elaborar su pérdida. Una de las más eficaces es la siguiente:

La carta continua de despedida

En definitiva, la mayor necesidad de una persona que sufre por la muerte de un ser querido, es sentirse acompañada por personas que le permitan expresar su dolor, sin exigencias, sentirse escuchado sin presiones de superación.  En un primer momento, especialmente durante los tres primeros meses, necesita poder hablar de la muerte hasta aceptar la nueva realidad, pensar sobre lo que siente, llorar lo que tenga que llorar, evitando camuflar o bloquear las emociones. En estos momentos el mejor apoyo es ayudarle a permitirse estar mal: pasar por el túnel del dolor es la única forma de dejarlo atrás.

Escrito con cariño, para dos personas que adoro.

Posted in:
Sobre el Autor

Zara Díaz

Zara Díaz

Psicóloga cognitivo-conductual Colegiado número O-02537 Registro Sanitario número C.2.90/4237 Licenciada en Psicología | Especialista en Terapia de Conducta (Máster en Psicología Clínica) | Especialista en Psicología Educativa (Máster en Orientación Educativa)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *