Cómo ayudar a tu hijo a enfrentar sus miedos

  1. doll-1636212_960_720

Los miedos infantiles, en la mayoría de los casos son parte del desarrollo evolutivo del niño, cuya función es protegerle ante determinados peligros.  Es normal e incluso adaptativo que los niños experimenten miedos, pero a veces las reacciones del entorno pueden contribuir a aumentar ese miedo y hacer que se mantenga en el tiempo.

Algunos padres describen a sus hijos como “miedosos” o “cobardicas”. En algunas ocasiones, detrás de un niño con estas características, también encontramos a unos padres que se describen a sí mismos de forma similar, lo que les pueden llevar a sobreproteger o a evitar que sus hijos se enfrenten a sus miedos.

En otras ocasiones, los miedos en los niños son una forma de llamar la atención de sus padres. Es decir, ante un miedo inicial, puede producirse una magnificación cuando el niño percibe que gracias a reaccionar con angustia o temor recibe más atención por parte de sus progenitores de la que recibe cuando está calmado.

Ante circunstancias normales, la mayoría de los miedos infantiles van disminuyendo progresivamente. Los consejos que se ofrecen a continuación excluyen miedos que sí estarían justificados, como el hecho de que el niño haya sufrido un ataque, accidente, intento de agresión u otro trauma.

Algunos consejos clave para que los padres puedan ayudar a sus hijos a afrontar sus miedos son los siguientes:

  • Ser un ejemplo a seguir. Los niños aprenden por imitación, si perciben que su padre o su madre es tímido, ansioso o inseguro es más probable que sus tendencias comportamentales vayan en la misma dirección. Por eso, un primer consejo puede ser trabajar sobre las propias inseguridades.
  • Reforzarle cuando se enfrente a sus miedos. Cuando el miedo del niño tiene como objetivo principal llamar la atención de sus padres es importante cambiar el foco de atención. En estos casos, debemos reforzar al niño cada vez que realiza un pequeño progreso, cada vez que se comporte de forma un poco más “valiente”. Es importante que perciba que recibe gran cantidad de atención y elogios cuando afronta sus miedos.
  • Evitar reñirle o castigarle por sentir miedo. Reñirle cuando se niega a hacer algo por miedo, no sería apropiado puesto que es una forma de prestarle atención. Si le reñimos por sentir miedo no haremos otra cosa que presionarlo, aumentando con total seguridad su miedo.
  • Empatizar con su miedo. El niño debe sentirse escuchado, debe poder contar sus preocupaciones o inseguridades con total libertad. Si el niño nota que los padres entienden su miedo sin alarmarse ni atribuirle excesiva importancia, sentirá más seguridad a la hora de hacerle frente.
  • Entender que sentir miedo es normal. Entender que el miedo es normal, no dramatizando. Si el niño percibe que los padres le dan demasiada importancia a sus inseguridades, estas pueden potenciarse. Por tanto, no intentar convencer al niño de que no tenga miedo, sino permitirle tenerlo y ayudarle a afrontarlo. Sentir emociones negativas no es perjudicial, lo perjudicial sería pensar que uno siempre tiene que mostrarse valiente. Lo importante es que el niño sienta que está permitido sentirse inseguro, y que ahí están sus padres para ayudarle a hacer frente a sus emociones negativas. Es clave que el niño vaya aprendiendo a controlar sus miedos en lugar de tratar de evitarlos a toda costa.
  • Evitar exponerle a imágenes o situaciones poco apropiadas para su edad: como películas para mayores, juegos violentos, imágenes de Internet o discusiones entre los padres.
  • Evitar las perjudiciales “etiquetas”. Etiquetar significa dar por sentado que un niño es de una determinada manera como una característica estable e inamovible de su personalidad. Etiquetando a un niño como miedoso, inseguro o cobardica, atribuimos estabilidad a su conducta, le damos a entender: “soy así y no puedo cambiar”. Es importante entender que a ciertas edades muchos niños muestran miedos e inseguridades propias de su desarrollo, los cuales son completamente normales y no debemos pensar que el niño “es así”, tenemos que enseñarle poco a poco a progresar en la dirección de afrontar sus miedos.
  • Mantener la calma. Si ante un miedo del niño, él percibe que nosotros también estamos nerviosos o angustiados por la situación, entenderá que hay motivos para sentir temor. Es clave permanecer calmados, con un tono de voz que muestre serenidad. Por supuesto, debemos evitar por completo reñirles o hacer que se sientan obligados mostrarse valientes. En su lugar, es preferible recurrir al sentido del humor, lo cual no significa de ninguna de las maneras reírse del miedo del niño, sino provocar alguna situación graciosa o comentario que pueda hacerle reír.
  • No evitar las situaciones que dan miedo al niño. Alejando al niño de las situaciones que le dan miedo, propiciamos que su inseguridad aumente. Cuando un miedo se evita se puede ir generalizando cada vez a más situaciones, esto es algo que ocurre tanto en niños como en adultos. En lugar de eso, es preferible ir exponiéndole poco a poco a sus miedos, ayudándole a superarlos en lugar de evitarlos, animándole y acompañándole en sus avances.

Hay que entender que determinados miedos son normales a ciertas edades, ya que forman parte de su proceso de maduración. Si estos no interfieren la forma significativa en la vida del niño no debemos preocuparnos. Sin embargo, si los miedos persisten a pesar de aplicar estas técnicas, será necesario consultar con un psicólogo que valore las circunstancias personales de la familia y elabore una intervención apropiada.

Sobre el Autor

Zara Díaz

Zara Díaz

Psicóloga cognitivo-conductual Colegiado número O-02537 Registro Sanitario número C.2.90/4237 Licenciada en Psicología | Especialista en Terapia de Conducta (Máster en Psicología Clínica) | Especialista en Psicología Educativa (Máster en Orientación Educativa)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *