Es probable que como consecuencia del confinamiento, estén surgiendo preocupaciones, problemas complejos y/o dolorosos a los que hacer frente, o simplemente sea este un buen momento para resolver asuntos pendientes. La cuestión es que preocuparse únicamente es útil si nos lleva a la acción, si sirve para que nos ocupemos de nuestro problema, para generar cambios.
El esquema que os muestro a continuación tiene por objetivo ayudar en esa puesta en acción, en la resolución de aquellos asuntos difíciles/dolorosos, tanto los pendientes como los directamente derivados de la situación actual de confinamiento.
Esta estrategia de solución de problemas es útil tanto para problemas individuales como para problemas familiares, por tanto, el proceso puede realizarse individualmente, en pareja o en familia.
El primer paso es poder diferenciar entre los problemas que tienen solución y los que no la tienen. Una conocida plegaría, llamada “Oración de la Serenidad”, dice así:
Serenidad, para aceptar todo aquello que no puedo cambiar,
fortaleza, para cambiar lo que soy capaz de cambiar y
sabiduría, para entender la diferencia.
Reinhold Niebuhr
CUANDO EL PROBLEMA TIENE SOLUCIÓN
Seguimos la técnica de resolución de problemas consistente en lo siguiente:
- Anotamos todas las posibles soluciones que se nos ocurran ante ese problema, tantas como sea posible, incluso las que a priori puedan parecer absurdas.
- De cada una de las soluciones, valoramos las ventajas en inconvenientes que tendría aplicarla, tanto a corto plazo como a largo plazo.
- Elegimos la opción que más ventajas o aspectos positivos tenga a largo plazo en nuestras vidas, incluso aunque a corto plazo pueda resultar incómoda.
- La ponemos en práctica, si sale bien nos felicitamos por ello. Si sale mal, comenzamos el proceso de análisis de problemas de nuevo, o elegimos otra de las alternativas que habíamos planteado.
Relataré un ejemplo propio sencillo para que se entienda mejor:
Mi problema/preocupación es: No puedo hacer deporte como antes, puesto que no está permitido salir a correr y el gimnasio donde realizaba crossfit está cerrado durante la cuarentena. La cuestión es que yo quiero seguir realizando deporte en casa para mantenerme saludable.
¿Creo que mi problema tiene solución? Evidentemente SÍ, la cuestión es: ¿Cómo lo soluciono? Para ello voy a hacer un esquema que recoja las posibles alternativas:
Una vez examinada la tabla, decidí conjugar dos de las alternativas (la segunda y la tercera), las dos que tenían más consecuencias positivas a largo plazo, puesto que dispongo de más tiempo que antes de la cuarentena y me pareció una buena oportunidad para probar nuevas modalidades de deporte, con la planificación adecuada. Al levantarme, antes de desayunar realizo la sesión diaria de Crossfit y, por la tarde, como sustitución de mis carreras en el exterior, realizo una clase diferente (yoga, pilates, boxeo,…) Por el momento están funcionando ambas opciones, incluso se ha añadido una opción nueva que ha surgido de forma improvisada en las videoconferencias con mis primos: mi primo Diego imparte sesiones dirigidas para toda la familia.
El resultado es que me siento satisfecha y orgullosa de mi gestión del problema, al mismo tiempo que descubro que de un evento desagradable (cuarentena) surge algo positivo (descubro nuevos deportes que me motivan). Es importante aclarar que no realizo estas rutinas todos los días, hay días de descanso, y días en los que simplemente no me apetece entrenar (y no hay nada de malo en ello). Tener un plan nos da tranquilidad, pero la excesiva rigidez nos encorseta y aumenta el estrés.
Por supuesto, no todos los problemas serán tan sencillos como este, cuanto más complejo sea el problema, más necesario será recurrir a la técnica de solución de problemas.
En el caso de los niños, podemos entrenar esta técnica con asuntos sencillos como el de mi ejemplo, simplificando el apartado de ventajas/desventajas en función de la edad, y dejando, en todo caso, el protagonismo de resolución al niño. Esta es una manera de aumentar su flexibilidad y resiliencia ante los contratiempos que le presenta la vida. Poco a poco se irá haciendo más hábil en tomar la iniciativa para resolver de forma independiente sus propios problemas.
CUANDO EL PROBLEMA NO TIENE SOLUCIÓN
Por ejemplo, no tiene solución el hecho de que tengamos que quedarnos en casa el tiempo que dure la cuarentena, es algo que no está en nuestra mano y ante lo que no podemos hacer nada más allá de aceptarlo. La cuestión es, ¿qué implica aceptar?
Aceptar no significa que nos agrade lo que está ocurriendo, simplemente que comprendemos que no está en nuestra mano cambiarlo. No se trata de dejar de sentir determinadas emociones o pensamientos, se trata de abandonar la lucha con ellos, de dejar de aferrarnos a ellos. Aceptar es estar dispuesto a experimentar pensamientos y emociones, sin evitarlos pero también sin dejar que tomen el control, sin dejar que nos impidan vivir este momento. Aceptar nos permite vivir nuestro día a día con mayor presencia.
Un ejercicio que puedes realizar ante preocupaciones recurrentes que no tienen solución es el siguiente:
- El tiempo de la preocupación: Dedica un tiempo fijo cada día, por ejemplo 30 minutos, a dejar a tu mente preocuparse libremente. Ubícate en un lugar de la casa en el que puedas estar tranquilo y sin interrupciones, coge un papel y un lápiz y escribe todo aquello que venga a tu mente referente a la preocupación, analiza tus preocupaciones. De esta manera aceleras el proceso de aceptación. Además de aceptar, es probable que descubras nueva información acerca de ti mismo y de tu preocupación que te resultará útil. Existe una gran diferencia entre dejar a las preocupaciones campar libremente por nuestra mente y programar una reflexión voluntaria. Con este ejercicio acotamos las preocupaciones a un momento del día, puesto que si surgen en otro instante, nos plantearemos posponerlas para este tiempo previsto para preocuparnos.
Durante esa hora dedicada a la preocupación puedes plantearte las siguientes preguntas:
- Este asunto difícil que estoy experimentando, ¿tendrá importancia cuando termine la cuarentena? ¿Y dentro de 5 años? ¿Y de 10? Estas preguntas pueden resultar muy clarificadoras.
- Este asunto que te preocupa, si tuvieras que puntuarlo de 1 a 10, siendo 1 ausencia de preocupación y 10 preocupación extrema, ¿qué nota le pondrías? ¿Qué tendría que ocurrir para que te preocupara un punto menos?
Compartir tus preocupaciones con tus seres queridos es otra buena manera de aceptarlas. Por suerte, gracias a las nuevas tecnologías, durante este confinamiento tenemos infinidad de maneras de compartir. También puedes compartirla conmigo, dejándome un comentario contándome cuál es tu preocupación y cómo lograste ocuparte de ella. Y si, a pesar de aplicar estás pautas, la preocupación te desborda, busca atención psicológica en línea.