
Todos tenemos problemas emocionales en algún momento de la vida
Sí, tú también, aunque te cueste reconocerlo. Y no pasa nada. Es lo más normal del mundo.
A veces la cabeza no para. Hay días en los que parece que llevas un peso invisible que nadie más ve. Quizá te despiertas con esa sensación de vacío, o te acuestas con la misma pregunta dando vueltas: ¿Qué me pasa?

Yo también he tenido “nudos”. Los sigo teniendo a veces. Y te voy a contar algo que he aprendido: no somos máquinas perfectas. No tienes que estar bien todo el tiempo. Tampoco tienes que luchar por parecer fuerte cuando no lo sientes. Es agotador, y además, innecesario.
Esos momentos de bajón no son el fin del mundo. Son un aviso, un empujón. Te están diciendo que pares un segundo y escuches lo que de verdad necesitas. Que mires a tus problemas de frente y los pongas en su lugar. Porque no te definen, ¿sabes? Sólo son parte del camino.
La clave no está en evitarlos. Está en aceptarlos y, desde ahí, decidir qué vas a hacer con ellos. Porque siempre puedes hacer algo, aunque no lo parezca.
Esto no va de fórmulas mágicas ni de motivaciones de Instagram. Es mucho más sencillo: reconocer que eres humano, que tienes días buenos y días malos, y que eso no te hace menos válido.
Así que hoy te lo digo claro: no pasa nada por sentirte así. Pero tampoco pasa nada por empezar a moverte. Porque esos nudos que tanto te pesan… se pueden desatar. Y tú puedes hacerlo. A tu ritmo, a tu manera. ¿Lo intentamos?

Todos tenemos problemas emocionales en algún momento de la vida
Sí, tú también, aunque te cueste reconocerlo. Y no pasa nada. Es lo más normal del mundo.
A veces la cabeza no para. Hay días en los que parece que llevas un peso invisible que nadie más ve. Quizá te despiertas con esa sensación de vacío, o te acuestas con la misma pregunta dando vueltas: ¿Qué me pasa?